Es casi poético:
“el segundo día se dispuso que allí nos hicieran un rancho; efectivamente, se trajeron reses, su carne se puso á cocer en peroles, no había sal con que condimentar, y suplieron por ella tequesquite, mezcláronle maiz, y hé aquí un pozóle que ni para cerdos; el efecto que produjo después de un sabor pésimo fue el de una purga; llamonos pronto la gana de evacuar el vientre en gran cantidad, ¿Pero dónde hacer esta apestosa operación? Allí mismo, y henos aquí habitantes en un lago de escremento humano; por tanto llegamos a familiarizarnos con él: ¿de qué no es capaz el hombre puesto en el conflicto de ejecutar una cosa? Nuestros verdugos no nos permitieron que siquiera entrara el aire para disipar un tanto aquella intolerable fetidez, nuevo y esquisito martirio.”
Manifiesto de Ignacio Aldama antes de ser fusilado, 1811
Archivo General de la Nación
